viernes, 2 de octubre de 2009

«LA CONVIVENCIA BASADA EN LA AMISTAD CIVIL»

Ezio aletti La Madre di Dio e i l servo cappella della pontificia Facolta di scienze dell9oEducazione Auxilimm Roma

En esta homilía, pronunciada en la solemnidad de la Inmaculada Concepción del pasado año 2008, en la multitudinaria misa celebrada en la explanada de la iglesia catedral de Santa Florentina, con los fieles que llenaban la calle adyacente y parte de la plaza (se trató de la máxima concentración de personas que tuvo la ciudad de Campana, según las autoridades), el Obispo Mons. Sarlinga, luego de referirse a la Ssma. Virgen María en el Misterio de su Inmaculada Concepción, hizo alusión a la «amistad civil», al progreso de los pueblos, a la educación de la sociedad (y, de modo particular, de los jóvenes) y al beneficio de los frutos de la cultura, incluyendo aquí el «sentido religioso y moral», de tal manera que no conformarse con vivir sólo con los llamados «códigos» de conducta (aunque dichos códigos sean necesarios) sino de convicciones profundas, trascendentes, que encuentran su «humus» de crecimiento en la «amistad social».

Todo esto, «en camino hacia la Patria del Cielo».

PELLICANO

HOMILÍA DE MONS. DR. OSCAR D. SARLINGA EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Ciudad de Campana, 8 de diciembre de 2007

ACTO CENTRAL DE LA MISIÓN 2007 EN LA CIUDAD DE CAMPANA,

de resultas del pedido del Documento de Aparecida, en la Vta. Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, inaugurado por el Santo Padre Benedicto XVI

(La solemnidad de la Inmaculada Concepción fue ocasión en la que se inauguró la nueva sede diocesana de «Caritas», fue reinaugurada y bendecida la «iglesia criptal», dedicada a los «Santos Padres Hispanos» del siglo VI -hermanos de Santa Florentina, Patrona de la iglesia catedral-, acontecimientos seguidos ambos de la celebración de la Santa Misa en la explanada del templo catedralicio y la plaza adyacente, con participación de los fieles de la ciudad y del movimiento de los trabajadores, en el marco de la Pastoral social diocesana, en un total que alcanzaba cerca de 5000 personas).

El Sr. Obispo comenzó expresando su saludo a las numerosas autoridades presentes, de orden nacional, provincial y municipal, y a continuación a los trabajadores de las fábricas:

-“Queridos trabajadores, que tan numerosos han acudido a estos actos, y en especial a esta Santa Misa, en honor de la Inmaculada Virgen María,

-Queridos hermanos y hermanas, y en especial queridos hijos e hijas que hoy hacen sus segundas comuniones solemnes, dentro de este marco pastoral del «estado de misión» para la Ciudad de Campana”

I. LA INMACULADA CONCEPCIÓN

La Inmaculada Concepción esto es, que María fue concebida sin el pecado original, en vistas a la Misión que el Señor le confiaba, ser la Madre del Salvador del mundo, pertenece al patrimonio de fe de la Iglesia desde siempre, pues Ella siempre fue venerada como la «Toda Santa». El dogma de fe fue proclamado por el Papa Pío IX en 1854. Su concepción inmaculada es un Faro Iluminador y Esperanzador para una humanidad tan necesitada de Amor y de Esperanza, como nos lo ha dicho en el día de hoy el Papa Benedicto XVI, en el «Angelus»:

“(…) la fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios que viene, miramos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» (Lumen Gentium, 68)" (1)

Esta acción de Dios posee un profundísimo sentido, conforme a la Misión de María en el plan divino: Ella fue concebida sin pecado, porque de Ella nacería el Redentor, cuyo Nombre es «Jesús», que significa, precisamente, «Salvador». Este mismo Jesús, que vivió treinta años en Nazaret, en Galilea, es el Hijo Eterno de Dios, «concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen» (2). La Iglesia, pues, profesa y proclama que Jesucristo fue concebido y nació de una hija de Adán, descendiente de Abraham y de David, la Virgen María. El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios se identifica con la concepción prodigiosa sucedida por obra del Espíritu Santo en el instante en que María pronunció su “sí”: “Hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38); y allí nos hermanó, a todos los hombres, para siempre.

II. LA CONVIVENCIA BASADA EN LA AMISTAD CIVIL

Por esto, hermanos, estas consideraciones de la fe cristiana nos ayudan a comprender la necesidad urgente de fraternidad, de la cual la primera es principio motor. La fe nos da fuerza, coraje y nos mueve a vivir en armonía y paz. Estamos aquí ante la base de lo que la Iglesia entiende cuando defiende al «hombre», a la «persona humana» como realidad única e inalienable (3), «creatura sagrada», admirable en la creación entera, «homo sacer», «ser humano sagrado», es decir, la persona, piedra angular de la construcción de la sociedad humana, todo lo cual debe ir transmitiéndose en la educación. Queridos hijos, queridos niños y jóvenes, ¡Me emociona verlos! (dijo espontáneamente, refiriéndose a la multitud de niños, todos revestidos de blanco….) Sepan esto, una tarea fundamental para el progreso de los pueblos, es la educación de la sociedad y, de modo particular, de los jóvenes, para que se beneficien de los frutos de la cultura, incluyendo aquí el sentido religioso y moral (4), de tal manera que no vivamos sólo de «códigos» (aunque dichos códigos sean necesarios) sino de convicciones profundas, trascendentes, que encuentran su «humus» de crecimiento en la amistad social.

Este principio, me refiero al de la amistad social, se aplica también a la comunidad y a la convivencia social y política. Como lo dice el «Compendio de la Doctrina social de la Iglesia» “(…) esta convivencia adquiere todo su significado si está basada en la amistad civil y en la fraternidad (…) El campo de la amistad (…) es el del desinterés, el desapego de los bienes materiales, la donación, la disponibilidad interior a las exigencias del otro. La amistad civil, así entendida, es la actuación más auténtica del principio de fraternidad, que es inseparable de los de la libertad y la igualdad" (5)

La amistad social, por su parte, ha de llevarnos a una solidaridad activa, basada en la fraternidad, que haga crecer, que dé renovadas fuerzas de caridad social o solidaridad. Mientras tanto, el concepto de solidaridad tiene que ver con el crecimiento común de toda la sociedad (6).

Por eso, también para nosotros hoy, en esta porción del Pueblo de Dios congregado, es también una fiesta de profundización de la conciencia religiosa y cívica (¡es un deber para los cristianos el promoverla!) de nuestra misión de construir la «civilización del Amor»; y al mismo tiempo es festividad del don del trabajo, y es fiesta del afianzamiento de los derechos y deberes de todos los seres humanos, siempre y en todas partes, como lo decía el recordado Papa Pablo VI: « sería vano el proclamar derechos, si no se pusiera todo en obra, al mismo tiempo, para asegurar el deber de respetarlos, por todos, en todas partes, y para todos»(7). ¡Todos somos trabajadores!, cada uno según vocación y elección, según su estado, pero todos tenemos que sentirnos humildemente trabajadores, conforme a la expresión de san Pablo: «el que no trabaja, que no coma…».

En este sentido, nos acompaña hoy, por primera vez en la historia de la diócesis, desde 1976, una gran concurrencia de trabajadores de todas las agrupaciones, que han querido participar, en tanto cristianos, de esta celebración, en el marco de una renovada Pastoral Social.

Por eso, hoy también, como dije, celebramos el don del trabajo (que ponemos en Manos de la Madre), como cumplimiento de un designio integral y perfeccionante de las facultades humanas y del progreso social, según un designio divino redentor, ennoblecedor, sobre la vida humana, como lo ha precisado el Concilio Vaticano II (8). Que nunca falte pan y trabajo en ningún hogar; y que, conforme a lo dicho, todos nos sintamos, con humildad, trabajadores y lo pongamos en práctica.

Los invito a orar también hoy por todos nuestros gobernantes, y poner nuestro Gran Hogar, esta Argentina que es Nación de corazón, en Manos de la Virgen. Colocamos en sus Manos de Madre a las autoridades elegidas por el Pueblo, y en especial, como argentinos, a nuestra Presidenta electa, para que nos guíe según designios de Justicia, Amor, Paz, Progreso.

III. EN CAMINO HACIA LA PATRIA DEL CIELO

La fe nos lleva a la Patria del Cielo, la que nunca acabará. Que la fe, queridos hermanos y hermanos, y en especial queridos hijos e hijas que hoy hacen solemnemente su segunda comunión, presida siempre el camino y el esfuerzo del ser humano pensador y trabajador. Roguemos para que los frutos del trabajo no sean presa del egoísmo injusto y del vano placer. Roguemos también para que la Justicia, estupenda e imprescindible virtud que viene de Dios, gobierne siempre con progresional ordenamiento el provecho de la actividad asociada de los hombres.

Sintámonos peregrinos. Busquemos siempre primero el Reino de Dios y su Justicia, a fin de que, valorando justamente las realidades temporales, no reduzcamos nuestras superiores aspiraciones a los bienes de este mundo, sino que sepamos sobrepasar sus confines.

Porque somos Iglesia peregrina en la tierra, y nosotros, cristianos, somos caminantes hacia la patria celeste, con los pies bien puestos en la tierra y con corazón orante. En esta realidad eclesial resplandece con luz clarísima la Virgen Madre, la Inmaculada. Ella, que “avanzó… en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo(9), nos enseña a caminar en esta tierra mirando a Jesús. Él es nuestra Salvación, el Hijo de Dios que viene a nosotros en la cercana NAVIDAD. Que el Espíritu Santo nos lo grabe –a fuego- en los corazones.

AMÉN


(1) Benedicto XVI, Angelus del 8 de diciembre de 2007.

(2) ”Lo proclaman los Símbolos de la Fe, el Símbolo de los Apóstoles y el niceno-constantinopolitano; lo han enseñado los Padres de la Iglesia y los Concilios. Según esto, Jesucristo, Hijo eterno de Dios, es «ex substantia matris in saeculo natus» (cf. Símbolo «Quicumque», DS 76).

(3) Cf. J. RATZINGER, “The Dignity of the Human Person”, en H. VORGRIMLER (a cargo), Commentary on the Documents of Vatican II (vol. V) en Pastoral Constitution on the Church en the Modern World, New York, 1969, pp. 115-163.

(4) «La Iglesia recuerda a todos que la cultura debe estar referida a la perfección íntegra de la persona humana, al bien de la comunidad y de toda la sociedad. Por lo cual es necesario cultivar el ánimo de tal manera que se promueva la capacidad de admiración, de comprensión interna, de contemplación y de formarse un juicio personal, así como de cultivar el sentido religioso moral y social» (CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et Spes, op. cit., 59).

(5) PONTIFICIO CONSEJO IUSTITIA ET PAX, COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA, c. La convivencia basada en la amistad civil, n. 390.

(6) “El término «solidaridad» (…) expresa en síntesis la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido entre todos” (PONTIFICIO CONSEJO IUSTITIA ET PAX, COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA, c. Solidaridad y crecimiento común de los hombres, n. 194).

(7) PABLO VI, Message à la Conférence internationale des droits de l’homme à Téhéran, 15 de abril de 1968.

(8) Cf CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et Spes, n 33ss.

(9) CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen Gentium, 58


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