martes, 19 de julio de 2011

Zárate-Campana: XXXV años de creación como diócesis: un camino de evangelización y civilización

La diócesis de Zárate-Campana celebra su XXXV aniversario de creación, mediante la bula “Qui divini consilio” del Papa Pablo VI, del 21 de abril de 1976. El acontecimiento será celebrado con la inauguración de la iglesia concatedral en Belén de Escobar y la bendición de la estatua del beato Papa Juan Pablo II.
El Papa Pablo VI creó la diócesis de Zárate-Campana en 1976
Con la bendición de la estatua del beato Juan Pablo II se rendirá homenaje al ingreso en el Tercer Milenio que hemos hecho después del Gran Jubileo convocado por dicho Papa, y se renovará el compromiso de afianzar la herencia de éste, conforme a la consigna que en su primera encíclica (Caritas in Veritate) el Papa Benedicto XVI, nos pidió, a saber, de recoger la herencia jubilar, tomando conciencia de que lo importante no es tanto hacer “programas nuevos”, sino vivir la novedad permanente del evangelio.
Estatua del Beato Juan Pablo II que será trasladada a la iglesia co-catedral de Belén de Escobar para su bendición
Estatua del Beato Juan Pablo II que será trasladada a la iglesia co-catedral de Belén de Escobar para su bendición
Dicho “programa” en tanto novedad perenne y permanente del evangelio, que procura hacerse carne en una realidad pastoral concreta, lo vemos reflejado en la introducción del Plan Pastoral diocesano y en las orientaciones fundamentales de dicho plan. El XXXV aniversario será ocasión de renovar en todos nosotros esa “alegría de proclamar el evangelio” y de construir civilización del Amor.
Benedicto XVI nos ha legado la encíclica CARITAS IN VERITATE

Cruz de Calatrava, con motivo floral para la iglesia co-catedral de Belén de Escobar (capital de la flor) con motivo del XXXV aniversario de la diócesis
iglesia cocatedra en Belén de Escobar

Plan Pastoral diocesano, puede verse el texto en:
jueves, 11 de junio de 2009
Introducción
1.Orientación fundamental del plan
Nuestra diócesis de Zárate-Campana fue creada 21 de Abril de 1976 por Su Santidad Pablo VI. Desde la celebración de su trigésimo aniversario, el 8 de mayo de 2006, hemos iniciado un renovado caminar juntos, en pos de la nueva evangelización, nueva en su ardor, nueva en sus métodos y modos de expresión, como lo dijera el Papa Juan Pablo II.  Después del Gran Jubileo por el que entramos en el IIIer. Milenio, como Iglesia particular queremos afianzar su herencia, puesto nuestro corazón en Jesucristo, el que hace nuevas todas las cosas (a cuyo Corazón hemos consagrado la diócesis el 9 de mayo de 2009 en la iglesia co-catedral de Belén de Escobar). En ese «sentir con la Iglesia» es comprendido este Plan Pastoral, conscientes de la esencial necesidad, sobre todo, de vivir más y mejor el Evangelio de Jesucristo, como nos refiere el Papa Benedicto XVI: “Ahora nos toca recoger la herencia jubilar, tomar conciencia de que lo importante no es tanto hacer “programas nuevos”, sino vivir la novedad permanente del evangelio…”(1).
Por ello, queremos hacerlo en fidelidad a la Iglesia, en comunión orgánica dentro de ella, con el Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, el cual “(…) es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de los fieles”(2).   Así, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, con el discernimiento del Obispo, y siguiendo el principio de participación y subsidiariedad, como Iglesia particular que somos hemos efectuado una amplia consulta a los distintos organismos diocesanos (consejo episcopal, colegio de consultores, consejo presbiteral, consejo pastoral), a los decanatos, a las parroquias, al clero, religiosos, religiosas y laicado, de resultas de lo cual hemos recibido innumerables aportes reveladores de consensos eclesiales profundos, sobre la base de los cuales se elaboraron esquemas puestos a revisión de los decanatos, parroquias y organismos, los cuales en su redacción final dan lugar al presente Plan. Los decanatos pusieron en movimiento los mecanismos de consulta y participación en las parroquias, en los movimientos y asociaciones de fieles.
De tal modo, asumimos por el trienio 2009/2012 estas líneas pastorales o Plan Pastoral para nuestra diócesis, contemplando el Rostro de Jesús, con María, venerada como Nuestra Señora de Luján, nuestra Patrona.   Por cierto que un Plan Pastoral no pretende comprender ni señalar «todas y cada una de las cosas» en que consiste la Pastoral de una diócesis, sino sólo las orientaciones programáticas fundamentales, para un tiempo determinado. La finalidad primordial de este Plan es clara: fortalecer la comunión de la Iglesia en nuestra Iglesia particular a fines de recibir un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia particular que quiere arraigarse todavía más en la fuerza profética y poder perennes de Pentecostés(3), procurando ser cada día más como «un solo corazón y una sola alma» (Hech. 4, 32), pues tenemos por delante la apasionante tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el horizonte exigente y comprometido de la pastoral ordinaria.   Este acento que acaba de ser mencionado significa que cada uno ha de desarrollar su misión de un modo armónico e integrado en el Plan pastoral de la diócesis, el cual surge de un camino de variada participación: precisamente, es la llamada pastoral orgánica(4) .
Como se ha dicho, se tuvo muy en cuenta para esta elaboración el mencionado principio de participación, es la razón por la que se consultó a todos los organismos, que elevaron su propuesta por escrito(5) , habiendo resultado de todas las consultas el pedido del renacer de la pastoral ordinaria, con una dimensión profundamente discipular, para que nuestro pueblo en Cristo tenga vida, en sintonía con el Documento de APARECIDA.   En este sentido, dicho Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha pastoral orgánica una dimensión discipular: “Una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa”(6).   Este Plan quiere poner de manifiesto que se trata de vivir la «comunión» con ese signo visible del encuentro con Dios que es la Iglesia de Jesucristo; comunión que a su vez se expresa mediante la participación en esos otros signos de Cristo, viviente y operante en la Iglesia, que son los sacramentos: “Vivir de tal suerte los sacramentos hasta conseguir en su celebración una verdadera plenitud, no es, como algunos pretenden, poner un obstáculo o aceptar una desviación de la evangelización: es darle toda su integridad. Porque la totalidad de la evangelización, aparte de la predicación del mensaje, consiste en implantar la Iglesia, la cual no existe sin este respiro de la vida sacramental culminante en la Eucaristía”(7).
Porque en el dinamismo de la evangelización, aquel que acoge el Evangelio como Palabra que salva, lo traduce normalmente en estos gestos sacramentales: adhesión a la Iglesia, acogida de los sacramentos que manifiestan y sostienen esta adhesión, por la gracia que confieren(8).   De todo ello, la EUCARISTÍA es la plenitud. El mismo Señor dijo: “Yo soy el pan de la Vida” (Jn 6, 35). Y Eucaristía dice relación estrecha con caridad, vida cristiana efectivamente vivida, en lo personal y como Iglesia. Nuestro Papa Benedicto XVI, en «Sacramentum caritatis», hizo esa relación fundamental: “Deseo relacionar la presente exhortación con mi primera carta encíclica Deus caritas est”(9). Por esto, la «Sacramentum caritatis», iluminadora para nosotros y nuestro Plan pastoral, posee una huella unificadora de la visión de Benedicto XVI, una visión en la cual “la celebración eucarística aparece aquí con toda su fuerza como fuente y culmen de la existencia eclesial”. Así, este Plan nos pide considerar que la Iglesia participa del misterio de la Redención principalmente mediante la Eucaristía, pues en ella encuentran su fuente y culmen la misión de la Iglesia y de cada cristiano. Esta es la base de nuestro Plan Pastoral.
Al mismo tiempo –y como lógica consecuencia- el Plan Pastoral parte de una necesidad de deponer toda división y alejamiento de los unos con los otros. Es por ello que, como Iglesia particular de Zárate-Campana, partimos de la contemplación del Rostro de Jesús. ¿Por qué contemplar?, podría preguntársenos. ¿Qué tiene que ver con un Plan Pastoral?.  Lo tiene, y en medida principal, porque, como nos lo expresara Juan Pablo II, “(…) la santidad es la perspectiva en la que debe situarse todo camino pastoral (…) la santidad de nuestras comunidades… es lo que ha de sostener, recrear y potenciar las actividades propias de la pastoral ordinaria”(10).
Es en el seno de la comunidad eclesial (y en la Iglesia particular se dan todas las notas de la Iglesia universal), donde el ser humano recorre su camino de conversión, de liberación del pecado y de crecimiento en la fe, hasta el encuentro con Jesucristo(11).  Por este motivo, si queremos contribuir en nuestra diócesis a una profunda renovación humana y cristiana, es preciso asumir que “(…) no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio. La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos”(12).
De tal manera, la intención de este Plan Pastoral es ayudar a hacer carne en la diócesis de Zárate-Campana el único programa del Evangelio y el proyecto de Dios, siguiendo los signos de los tiempos y la orientación del Magisterio de la Iglesia, para que sea el centro de la vida de nuestras comunidades eclesiales. NAVEGA MAR ADENTRO así nos lo pide: “Estamos llamados a trabajar tenazmente en nuestras diócesis para que el único programa del Evangelio y el proyecto de Dios sea el centro de la vida de cada comunidad eclesial (…) Es tarea urgente de cada diócesis, presidida por el Obispo como pastor, lograr que la fuerza viva de Jesucristo y de su Evangelio llegue hasta el último rincón del territorio y a todos sus sectores y ambientes, evangelizando la cultura”(13).   Por consiguiente, este Plan Pastoral de la diócesis ha procurado brindar indicaciones programáticas concretas, como nos enseña el Documento de APARECIDA: “El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy, con ‘indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura’(14).
A los fines de asegurar la vitalidad de esta pastoral ordinaria y orgánica sobre todo hemos de retomar con energía el proceso de la reforma y conversión de nuestras parroquias, procurando su renovación en profundidad y en ámbito evangelizador, aprovechando la totalidad de sus potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le están encomendados, asumiendo de modo decidido y convencido un «estado permanente de misión», en primer lugar dentro de su propio territorio (15).
El fortalecer en las parroquias y en las familias, en las asociaciones de fieles y movimientos laicales, la formación de los bautizados como discípulos misioneros de Jesucristo será fundamental para el cumplimiento de las líneas programáticas fundamentales, para lo cual contamos con algunas orientaciones programáticas destacadas que irán dándose a lo largo del documento, siempre en el sentido de alimentar la conciencia de la pertenencia eclesial y fortalecer el carácter misionero de nuestra vida apostólica, el cual nos ayudará a consolidar la organización pastoral de la diócesis y de las parroquias –precisamente en clave misionera- para impulsar la misión continental a la que nos llamó el Documento de Aparecida, y continuar trabajando la pastoral familiar para suscitar ciudadanos dispuestos a vivir su compromiso en la Iglesia y el mundo.  Como es obvio, todo esto sólo es posible con la colaboración de todo el presbiterio, la ayuda de los diáconos, la riqueza de las comunidades consagradas con sus carismas, y la participación activa de todos los fieles laicos. De tal suerte, la Buena Noticia podrá incidir en la sociedad y en la cultura de este tiempo y de cada grupo humano.   En el contexto de la Iglesia en la Argentina, el propósito del Plan coincide con Navega mar adentro, en cuanto actualización de las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, el cual habrá de orientar una nueva etapa en la evangelización de la Argentina mediante una acción pastoral más orgánica, renovada y eficaz, procurando que todo miembro del Pueblo de Dios, toda comunidad cristiana, todo decanato, toda parroquia, asociación o movimiento, se inserten activamente en la pastoral orgánica de la diócesis.
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1. BENEDICTO XVI, Enc. Deus Caritas est, 1.
2. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 23.
3.”Por consiguiente, la evangelización no puede por menos de incluir el anuncio profético de un más allá, vocación profunda y definitiva del hombre (…). La evangelización comprende además la predicación de la esperanza en las promesas hechas por Dios mediante la nueva alianza en Jesucristo; la predicación del amor de Dios para con nosotros y de nuestro amor hacia Dios, la predicación del amor fraterno para con todos los hombres -capacidad de donación y de perdón, de renuncia, de ayuda al hermano- que por descender del amor de Dios, es el núcleo del Evangelio; la predicación del misterio del mal y de la búsqueda activa del bien. Predicación, asimismo, y ésta se hace cada vez más urgente, de la búsqueda del mismo Dios a través de la oración, sobre todo de adoración y de acción de gracias, y también a través de la comunión con ese signo visible del encuentro con Dios que es la Iglesia de Jesucristo; comunión que a su vez se expresa mediante la participación en esos otros signos de Cristo, viviente y operante en la Iglesia, que son los sacramentos” (PABLO VI, Exh. Evangelii nuntiandi, n. 28).
4. Cf CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, Actualización de las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, «NAVEGA MAR ADENTRO» (en adelante NMA), n. 70.
5. NMA, 2.
6. Vta. CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, DOCUMENTO DE APARECIDA (en adelante DA), n. 156.
7.PABLO VI, Exh. Evangelii nuntiandi, n. 28
8. Cf PABLO VI, Exh. Evangelii nuntiandi, n. 18.
9. BENEDICTO XVI, Exhortación apóstolica “Sacramentum caritatis” (Introducción), Ciudad del Vaticano, 13 de marzo de 2007. La exhortación es conclusión del sínodo de los obispos sobre el tema de la Eucaristía, que se llevó a cabo en Roma en octubre de 2005.
10. NMA, 73
11. Cf  JUAN PABLO II, Exh. Novo millennio ineunte, 37.
12. PABLO VI, Exh. Evangelii nuntiandi, n. 13
13. NMA, 70.
14. DA, 371; Cf. IIIa. CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, DOCUMENTO DE PUEBLA, 1306-1307.
15.Cf NMA, 72.

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